Luego aparecen sujetos que lograr romper con sus frenos y esgrimir explicaciones propias, para así definir y encausar el devenir presuroso de sus vidas. Entonces su mente se abre y las voces acuden, las imágenes se suceden sin orden preestablecido, y juegan con las mentes del resto, a través de imágenes propias.
Este Dios creó un cierto orden a través de nuestro miedo e inculcó la necesaria y suficiente ignorancia hacia todo lo que nos rodea, para así mantenernos alejados del verdadero sentido de nuestra existencia. Ciertos impulsos eléctricos habitan nuestra mente y nuestro cuerpo, pero no comandan nuestras almas, de eso, de la comandancia del alma, se encarga el temor reverencial impuesto por aquel orden.
Ahora bien, cuando el universo interno de nuestros impulsos eléctricos toma por asalto nuestras almas, entonces ya no hay más frenos y el hombre alcanza el verdadero sentido de Dios, las explicaciones se suceden unas a otras en caóticos torbellinos de imagen y sonido, sensaciones sin receptores que vagan en nuestra mente sin saber donde descansar de su ajetreo electroquímico.
Mi bella ignorante se asusta al reconocer dentro de sí caóticas imágenes que nadie más puede ver ni oír, ni mucho menos sentir como lo hace ella. Llora de pena al verse sola y medicada, al sentirse incomprendida y medicada. Quiere volver a ser la de antes, aquella en quien la parsimonia de la ignorancia tomaba su descanso, se aterra al dar cuenta de sus descubrimientos y me rechaza, culpándome y reprochando su nueva configuración mental…mi bella llora porque sabe que soy el causante de su medicación, produje la sinapsis, provoque la apertura, pero no receté los medicamentos…
Así el iluminado conoce la obra de Dios y se sienta a su diestra para observar desde su privilegiado sitial, el gobierno del Caos y reconoce allí sentado la necesidad de un Dios, cualquiera que éste sea, para que otorgue un definitivo orden al gobierno del Caos.
Lamentablemente, para él es demasiado tarde y cuando quiere volver con aquellos que en algún momento fueron sus pares y a ellos hablarles de la maravilla de la creación, el diagnóstico ya está afinado y las recetas prescritas, sólo queda guardar su descubrimiento para sí y luchar contra las imágenes que ahora reclaman su sitial entre los no prescritos ni diagnosticados. De ahí que el castigo de aquél que osa hablar con Dios, cualquiera sea, es la separación de aquellos que prefieren vivir en la ignorancia y que no admiten ni admitirán jamás que el verdadero sentido del Dios, cualquiera sea, no es otro que el de mantenerse como un punto fijo donde centramos nuestra vista para no enfrentarnos a la maravillosa imagen del Caos.
¿Quién es el padre del monstruo?
¿De dónde nace este monstruo? ¿Cuál es su causa? Relumbra vuestra misericordia para interrogar, si por ventura pueden responderme, las abstrusas penalidades de los hombres las tenebrosísimas tribulaciones de los hijos de Adán. De dónde nace este monstruo? ¿Cuál es su causa?
Manda el alma al cuerpo, e inmediatamente es obedecido. Se manda el alma a sí misma, y halla resistencia. Manda el alma que se mueva la mano, y la rapidez es tanta que apenas la ejecución se distingue del mandato. Y eso que el alma es el alma, y la mano es cuerpo. Manda el alma que quiera el alma, el alma es una misma, y, no obstante, no se hace. ¿De dónde nace este monstruo? ¿Cuál es su causa?
Manda, digo, que quiera, sino quisiera, no mandara, y no se cumple lo que manda. Extraído de las Confesiones de San Agustín.
Mi bella se vistió de miedo y calzó sus tacones de ignorancia. Cuando la mente suelta sus frenos el alma impuesta ya no manda, entonces nos declaran locos y la receta es quien ahora manda…